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lunes, 9 de julio de 2007

Reivindica otra vez lo simple: Terror en la Tienda Movistar (Parte primera)

Debido a mi trabajo tengo un portátil macintosh. Una maravilla.
En esta época del año, los fines de semana procuro irme por ahí, pero me gusta tener opción de conectarme a internet y no sólo por "semi-adicción" si no también por necesidad. Decidí acercarme -de puntillas- a una tienda movistar para que me intentaran informar de algo en relación a este asunto. Me atendió una chica encantadora y servicial y me comentó que en principio tenía que hacer un contrato de compromiso de 18 meses pero, al comentarle que me interesaba básicamente para los meses de verano, me dijo que había una manera, pagando más al inicio, de saltarme esta condición y que con puntos me podría salir mejor. "Pide puntos a alguien", me dijo "y los sumamos a los tuyos". Me apuntó las tarifas y me fuí con la información debajo del brazo, cantando y saltando cual enanito en el bosque. Me lo miré y al cabo de unos días fui y me atendió otra señorita; no estaba la del primer día. Ésta me dijo: "no sé qué te dijo mi compañera, pero no hay otra manera de hacerlo que con 18 meses de compromiso". Le pedí por favor que llamara a alguien para informase/informarme y me comentó que tendría que llamar a la otra chica pero no podía porque tenía un juicio. ¿Alguien puede imaginarse lo poco que me importa a mí que la pobre y encantadora chica del primer día tuviera un juicio? Efectivamente no me importaba un pimiento ni dos. Me pidió el teléfono y con expresión de "yo lo solucionaré" me dijo que ese mismo día me llamaría y me diría algo. Han pasado cuatro días y... al cabo de dos fui a otra tienda movistar (¡qué valor el mío!) donde me atendió otra simpática señorita. Le comenté mis necesidades y me dijo que para "Maquintón" -no es broma-, había problemas con el "Móden" USB y era mejor la tarjeta Pecemecían y que, bajándome un driver de la página web de Movistar, podría funcionar. Mi problema era que para conectarme a internet y bajarme dicho driver, estando donde estaba, necesitaba precisamente la Pecemecían esa. Vaya, vaya ¡qué faena! No teniendo dónde ir, acabé en la plaza del pueblo donde había oído que el ayuntamiento había tenido la gentileza de ofrecer WiFi altruísticamente (por decirlo de alguna manera). Allí me ves, en un banquito de la plaza buscando el driver. Sólo como la una, pensando en la otra... la que me vendió la Pecemecían aquella.

Continuará....

Juro que no fui yo

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